Las necesidades de las mujeres negras, marrones y blancas no son -ni pueden ser- las mismas. Tómate un momento para visualizarlo: imagina la imagen de dos mujeres, una blanca y otra negra, y un hombre. La igualdad significaría dar a ambas mujeres las mismas herramientas y recursos que a los hombres. Pero para las personas que sufren opresión interseccional, la igualdad por sí sola no es suficiente. No tiene en cuenta las singulares barreras históricas a las que se han enfrentado las personas de color, barreras que han limitado su acceso a las mismas oportunidades sociales, económicas y políticas.
Por ejemplo, las comunidades negras han soportado generaciones de esclavitud, segregación y discriminación. Estas dolorosas historias no han desaparecido sin más, sino que han tenido efectos duraderos que repercuten en las oportunidades y los recursos de que disponen las comunidades negras y marrones en la actualidad. La igualdad puede funcionar entre hombres y mujeres blancos porque comparten antecedentes históricos similares, pero para las POC es más complicado.
La equidad reconoce que cada persona parte de un punto de partida diferente. Se trata de dar a las personas los recursos que necesitan específicamente para tener éxito y eliminar las barreras que las han frenado. Para los grupos marginados, especialmente los negros y pardos, la equidad significa abordar las desigualdades profundamente arraigadas en la sociedad.
La equidad se centra en intervenciones específicas: políticas y acciones que abordan directamente estas barreras sistémicas. Por ejemplo, esto podría significar apoyar programas que ayuden a los emprendedores POC o dar prioridad a la diversidad en las prácticas de contratación para que los lugares de trabajo sean más inclusivos.
Y, lo más importante, en directo. Haz brillar tu luz y tu talento para que el mundo los vea. La equidad no consiste sólo en arreglar lo que está roto, sino en crear espacios para que todos prosperen.