Uno de los museos más emblemáticos de Berlín es el impresionante busto de la reina Nefertiti, reina de la XVIII dinastía del antiguo Egipto. Expuesta en el Neues Museum, en la Museumsinsel, esta obra maestra es una visita obligada para los turistas y un símbolo mundial de belleza y poder.
¿Su valor estimado? La friolera de 400 millones de euros.
Pero detrás de este célebre artefacto se esconde una antigua controversia. ¿Sabía que el busto de la reina Nefertiti, que se cree que fue creado alrededor del año 1345 a.C., fue descubierto por un equipo arqueológico alemán en 1912? Como muchas otras adquisiciones de la época colonial, fue rápidamente sacado de Egipto y trasladado a Berlín, donde permanece hasta hoy.
El ex ministro egipcio de Antigüedades, Zahi Hawass, reavivó el debate en septiembre de 2024 al lanzar una petición exigiendo la devolución del busto de la reina Nefertiti. Argumenta que el artefacto fue retirado ilegalmente y debe ser devuelto a su legítimo hogar en Egipto.
Sin embargo, la Stiftung Preußischer Kulturbesitz, organización responsable de las colecciones museísticas de Berlín, sostiene que el busto fue adquirido legalmente. Pero, ¿es esta afirmación tan sólida como parece?
A principios de la década de 1910, Egipto estaba bajo dominio colonial británico y carecía de recursos para realizar excavaciones. Las autoridades egipcias permitieron que arqueólogos alemanes, financiados por el empresario James Simon, excavaran artefactos. El acuerdo de la época permitía un reparto al 50% de los 10.000 objetos encontrados, una práctica habitual antes de que las normas cambiaran en 1922 tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamón.
Alemania insiste en que un representante egipcio seleccionó equitativamente la mitad de los hallazgos, dejando a Alemania con la otra mitad, que incluía el ahora famoso busto de Nefertiti. Sin embargo, El Cairo sostiene que el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt ocultó deliberadamente la importancia del busto y lo sacó de Egipto de contrabando. Permaneció en la colección privada de Simon durante una década antes de ser expuesto públicamente en Berlín en 1924.
El afán de Egipto por recuperar a la reina Nefertiti no es nuevo. La primera petición data de 1920 y, en 1933, Hitler se negó a devolver el busto, ya que pensaba convertirlo en la pieza central de un gran museo en su mítica Germania. Tras la Segunda Guerra Mundial, el rey Faruk de Egipto solicitó su devolución al Consejo de Control Aliado en Alemania. En 2011, Zahi Hawass hizo otra petición formal en nombre del gobierno egipcio.
El Gobierno alemán ha rechazado repetidamente estos llamamientos, alegando la fragilidad del artefacto, la preocupación por sentar un precedente para la devolución de otros artefactos y la falta de fundamentos jurídicos para la repatriación. La postura oficial de la Stiftung Preußischer Kulturbesitz sigue siendo firme: "Actualmente no hay negociaciones con Egipto para devolver la estatua, que es propiedad del Neues Museum de Berlín".
Algunos sostienen que la reina Nefertiti actúa como embajadora de Egipto en Berlín, mostrando su rico patrimonio al mundo. Pero la arqueóloga egipcia Monica Hanna cuestiona esta versión:
"Un embajador supone un intercambio diplomático. ¿Ha recibido Egipto algo valioso a cambio? Creo que no. Si envías a un embajador en una dirección, es un rehén", declaró a Deutsche Welle.
Más allá de la venta de entradas al museo, el busto genera importantes ingresos. En la tienda en línea del museo se venden réplicas por 48 euros cada una. Un periódico local incluso utilizó su imagen para promocionar Berlín como ciudad amiga de los inmigrantes.
¿Debe Berlín devolver el busto de la reina Nefertiti a Egipto, reconociendo su pasado colonial? ¿O debe seguir conservándolo en virtud de acuerdos jurídicos históricos?
Díganos lo que piensa en los comentarios.