Desde nuestra fundación en 2022, Desta Food Tour ha crecido significativamente. Desde el principio, nos hemos dedicado a abordar cuestiones críticas como el antirracismo, la descolonización y las conexiones históricas y actuales entre África y Alemania. En los últimos tres años, hemos ampliado constantemente nuestros recorridos para incluir diversas zonas de Berlín. En 2024, presentamos con orgullo nuestro Gira Feminismo Queer Negrouna experiencia única que explora cómo el proceso de descolonización debe desaprenderse en muchos sectores de nuestra sociedad y dentro de los espacios culturales e históricos de la ciudad.
Este año hemos puesto en marcha una de las experiencias que más nos han hecho reflexionar: el Ruta gastronómica por Kreuzkölln. Este recorrido se centra en la profunda y a menudo ignorada relación entre la comida y el colonialismo, especialmente en el contexto de Berlín.
Quizá se pregunte: ¿qué tiene que ver la comida con el colonialismo? ¿Y cómo encaja esto en la misión de Desta, que se centra en desaprender visiones del mundo moldeadas por la superioridad blanca y la dominación occidental? Estas son precisamente las preguntas que este artículo se propone explorar: ¿Cuál es la conexión entre la comida y el colonialismo?
Cuando se habla de colonialismo en la historia convencional, a menudo se hace hincapié en las consecuencias sociales, políticas y económicas, especialmente las que surgieron tras la colonización de las Américas. Sin embargo, la alimentación también ha desempeñado un papel importante en la historia de la colonización. La forma de cultivar, preparar y consumir los alimentos ha cambiado radicalmente en los últimos 500 años, sobre todo en las comunidades indígenas y colonizadas.
Empecemos por la colonización de las Américas. Durante esta época, la comida fue utilizada como mecanismo de control y opresión por las potencias europeas, especialmente los españoles. Uno de los primeros ejemplos procede de la Reconquista española, en la que el cerdo se utilizó como símbolo cultural y religioso de la identidad cristiana. Negarse a comer cerdo se consideraba una señal de que una persona podía ser judía o musulmana, religiones que prohíben el consumo de cerdo. Esta instrumentalización de los alimentos continuó durante la colonización de las Américas.
Los colonos europeos crearon jerarquías de alimentos "correctos" e "incorrectos", arraigadas en las normas y creencias europeas. Alimentos como el pan, las aceitunas y el vino se consideraban adecuados y saludables para los cuerpos europeos. Por el contrario, los alimentos autóctonos se tachaban a menudo de inferiores, impuros o incluso peligrosos. Esta devaluación de las culturas alimentarias locales no era sólo simbólica, sino que formaba parte de una estrategia más amplia para dominar y borrar los modos de vida indígenas.
Estos primeros ejemplos marcan el inicio de la relación entre los sistemas alimentarios y el poder colonial. A medida que se extendía la colonización, la alimentación se convertía cada vez más en un lugar de control. Los europeos empezaron a darse cuenta de que la introducción o alteración de cultivos -como el arroz, la avena y los cereales- podía remodelar los sistemas agrícolas de los territorios colonizados. En ningún otro lugar tuvo tanta repercusión como en el continente africano.
Un caso muy ilustrativo es el de la dominación colonial británica en Kenia. Durante la colonización, los británicos emplearon una serie de estrategias para dominar a la población keniana: fuerza militar, reestructuración económica y supresión cultural. Un método especialmente dañino fue el tratamiento de la tierra y la agricultura. Se confiscaron tierras fértiles que habían servido de sustento a las comunidades indígenas durante generaciones y, en muchos casos, se quemaron o destruyeron los cultivos existentes. Estos actos pretendían acabar con la resistencia de las poblaciones locales y abrir paso a los colonos europeos.
Una vez que llegaron los colonos, se apoderaron de estas tierras para cultivar productos comerciales de exportación, como el té y el café, que servían a los intereses económicos europeos. Los sistemas alimentarios tradicionales de los keniatas indígenas no sólo se vieron perturbados, sino que fueron sistemáticamente desmantelados. Cuando la administración colonial introdujo nuevos cultivos y técnicas agrícolas, también introdujo nuevos alimentos que satisfacían necesidades prácticas, a saber, mantener una mano de obra barata.
En la década de 1930, la mayor parte de las tierras cultivables se habían redistribuido a los colonos, a quienes se proporcionaron las herramientas y la infraestructura necesarias para sacar provecho de ellas. Los africanos se vieron obligados a trabajar en estas granjas y, para mantener una mano de obra estable, las autoridades coloniales introdujeron alimentos baratos y ricos en calorías como el maíz. El maíz se convirtió en el alimento básico de muchas comunidades africanas no por tradición cultural, sino por necesidad y coacción coloniales. Las consecuencias de esta intervención aún son visibles hoy en día, y la harina de maíz sigue siendo la piedra angular de la dieta en muchos países africanos.
Este ejemplo demuestra cómo el colonialismo reconfiguró los sistemas alimentarios africanos de dos formas principales: erradicando los cultivos tradicionales y la gestión de la tierra, e introduciendo nuevos alimentos que se alineaban con los objetivos económicos y políticos de los colonizadores. Al hacerlo, los colonizadores alteraron no sólo la forma de comer de la gente, sino también su forma de entender la alimentación, la nutrición, la cultura e incluso la identidad.
Esperamos que esto les haya proporcionado una visión más profunda de las poderosas y a menudo ocultas conexiones entre colonialismo y alimentación. Por supuesto, esto es sólo un pequeño vistazo a una conversación mucho más amplia. Si esto ha despertado su curiosidad, le invitamos a unirse a nosotros en uno de nuestros tours gastronómicos, donde la historia, la identidad y el sabor se unen para contar una historia que rara vez se cuenta, pero que se necesita con urgencia.
Esperamos verle allí.